lunes, 29 de octubre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
Hotel Rwanda
Una película basada en hechos reales que relata el genocidio
en Rwanda en los años noventa. Si bien lo ocurrido entonces fue criminal, mas
criminal fue relatar un desastre político y militar en términos tan humanistas
como los que vemos a lo largo del film.
Solo al comienzo de la película y con mucha sutileza, se señala
la intervención de los belgas y como fragmentan a la población ruandesa por
medio la raza. Si eras alto, de nariz fina y más claro eras tutsi; si eras más
bajo , mas negro y nariz gruesa eras hutu. Una estrategia vieja pero muy
efectiva para destruir y debilitar a una población. Lo que no dice la película
es que los belgas no tienen poder sobre Ruanda desde la segunda guerra mundial,
es decir que en el momento del genocidio los máximos responsables del país eran
la ONU.
Desde luego Terry George, progre americano, no va a darnos
muchos datos. Probablemente porque él, como muchos otros occidentales, estén
orgullosos de la buena fe y el buen hacer de la ONU. Es lo que nos cuentan los
medios y de ahí que lo creamos. Hasta los que puedan parecer más fidedignos lo
ocultan convenientemente. Y como en todas las historias como esta los que más
pagan y con sangre fueron los ciudadanos de a pie. Más de 800.000 víctimas
civiles.
Por lo demás tampoco supone un gran hallazgo cinematográfico.
Tiene una estética moderada y poco relevante. Un África vista desde los ojos de un americano
que pierde su fuerza en cada escena, en
los paisajes autóctonos, su color y la belleza de su cultura. Desvirtuando
totalmente la idiosincrasia ruandesa para mostrarnos una tierra de salvajes
asesinos y en contraposición: El bueno (Paul Rusesabagina). Un tío progre, apolítico
que se codea con las castas políticas extranjeras que más tarde le abandonan.
Solo ante el peligro decide cuidar y salvar a su gente.
Nos es que esté en contra de tales actos, todo lo contrario.
Admiro la actitud y la osadía de Paul y sin embargo, mientras hablamos de su
toma de posición frente al problema y como salvo a tanta gente, olvidamos que
los tutsis eran una minoría, que el gobierno fácilmente podía mermarles y sin
embargo no fue así. Si lo que quieren es lavarse las manos en torno al problema
de Ruanda y por tanto hablar de lo superficial del genocidio y enternecernos
con la experiencia trágica de este personaje, deberían haber puesto más empeño
en cuidar cada detalle. Deberían haber enriquecido la película con imágenes más
sugerentes, con algo de sorpresa y/o incertidumbre. Utilizando todos los
recursos al servicio de conmover al público. Porque lo cierto es que el relato
es bastante plano y si conmueve, es sólo porque es una historia real, en sí
misma conmovedora.
Así se ve en otros films de historias basadas en hechos
reales. Donde la creatividad no se ve en el argumento de la obra sino en su
guión, su escenografía, en los recursos expresivos que utiliza, la
fotografía...para mi gusto en este caso resulta poco sugerente.
martes, 16 de octubre de 2012
Cidade de Deus
Ambientada en
las favelas de Rio de Janeiro entre los años 60 y 80, por aquel entonces Brasil
era un "gigante enfermo" o al menos así describían algunos el
fenómeno de un país tan rico en materia prima, recursos energéticos... y a su
vez con 3/4 partes de su población viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Narra la
historia de numerosos hombres que ya desde niños conviven con el narcotráfico,
las armas y la delincuencia. Victimas del ecosistema generado en las favelas donde
se margina y/o abandona a su suerte a los sectores más pobres de Brasil. Todo
esto acunado por un puñado de policías corruptos, una política nefasta,
explotadora y elitista que no aparece registrada en el film. Lo que sí que
vemos y a flor de piel es un ambiente caracterizado por la escasez, falta de medios y oportunidades para la gente.
Esta historia
la protagonizada Buscapé, el mismo narrador. Es uno de los niños de la ciudad.
Continuamente busca esquivar toda clase de enfrentamientos con maleantes y
delincuentes; ya fueran amigos, enemigos, conocidos o familiares. En plena
pubertad y con la idea de vivir dignamente dentro de los parámetros de lo
legal, decide que quiere ser fotógrafo y la verdad es que tenía muchas cosas
que contar.
La disputa
entre dos bandas y las figuras de sus líderes (Zé Pequeño y Mané Galinha) sirven de hilo argumental del
film. En torno a ellos y sus vidas se va desentrañando toda una red de
narcotráfico que hizo mella en Rio de Janeiro, llevándose por delante multitud
de víctimas inocentes residentes en la ciudad.
A medida que
avanzan los acontecimientos, una parte por meritos propios y otra gracias al
mismo azar, Buscapé logra abrirse un hueco como fotógrafo en jornal do Brasil en
sao Paulo.
La película
comienza rodándose en la misma Cidade de deus, Rio de Janeiro. A lo largo del
rodaje tuvieron que cambiar de espacio debido al peligro que corrían entre
tiroteos y vandalismo. Además los
"narkos" no estaban muy de acuerdo con la visión que se daba de la
ciudad.
Una película
vertiginosa, invadida por flashbacks, con una estética sucia y barriobajera
pero entrañable en los gestos de algunos personajes. En una puesta en escena
salvaje, se llenan los planos de contrastes de color, ya sea en un interior de
verdes azulados y a poca luz o en los áridos exteriores, como escenas de las
callejuelas de la ciudad, donde se fortalece el contraste luz y sombra.
Juegos
exquisitos en la profundidad de campo , centrando la atención en la dureza de
los personajes y la violencia de las escenas. Como también en tomas fijas en
las que congela el espacio cobrando cierto protagonismo, es el ejemplo de uno
de los locales del Ze Pequeño, donde se congela el local al tiempo que la
gente, el mobiliario, la luz y el color cambian.
Las tomas en
movimiento en las persecuciones ya sea a pie o en vehículos, los picados en
planos generales de disputas y agresiones, los planos detalles para destacar o
aclarar sucesos, en este caso donde los rostros de los niños aparecen
registrados a lo largo de toda la película presentando con crudeza el salto
enorme que viven en cidade de deus de la infancia a la madurez (yo ya soy hombre !fumo esnifo y ya he matado a un
hombre) . Una narración acelerada y algo
caótica, a la vez que excitante algo romántica y ensoñadora al estilo de amores
perros.
Relato libre. Adiós y buena Suerte
Mientras el
destello de una estrella fugaz atravesaba
un tramo del cielo, pedí un deseo, que jamás pensé que se cumpliera. Hacía
tiempo que la buscaba.
Supongo que
uno se acostumbra , le guste o no, a vivir con lo que tiene. Desde luego ya me
estaba acostumbrando a vivir en una escala de grises que siempre estaba más
cerca del negro que de cualquier otro color.
Y así como
mi corazón, era mi ciudad: Pontevedra, Capital
de provincia. Tan triste y melancólica
como entrañable, tan ruda y oscura como
bella. Solo necesitaba de una lluvia de estrellas para devolver el color que
añoraba en cada uno de sus rincones.
En ese
momento tenía bien poco, poco esperaba de la vida, trabajaba poco, dormía poco,
comía poco; y entre poco y poco me fumaba la vida. Fuera tabaco o hierbabuena,
fumaba más que respiraba y mis pulmones se achicaban en cada paso hasta
faltarme el aliento. Aunque nunca lo suficiente como para llevarme la vida.
Me dijo: -tu
no me conoces pero yo a ti sí-. Lo cual me sorprendió y me gustó al mismo
tiempo. - ¿Qué es lo que quieres, maitechu?¿ Que es lo que andas buscando?-. No
me ando ni busco, solo quiero un lugar donde estar en paz.
Me acompaño
durante un tiempo. -En cada paso estaré contigo. Si una cuesta se interpone, yo
seré tu bastón. Si algo hiere tu corazón, antes atravesará el mío. Si lloras recogeré
tus lagrimas y con ellas regaré para dar nuevos frutos, más fértiles y más
vivos; que te sirvan para emprender este viaje -.
Y así fue.
Por cada vereda se abrían los caminos. En los balcones crecían por segundos las
plantas, asomándose para verla pasar. Cada enredadera crecía vertiginosamente para
acercarse un poco más a ella. Cuando tocaba una de sus flores se tornaba más
viva y tersa. Y de todas, todas se desplazaban hacia su mirada buscando un
saludo. Cuando pasaba por un carballo, su raíces envestían las piedras para
salir a la superficie, a modo de reverencia. Cuando sus hojas caían no tocaban el suelo, sino que se erguían y
volaban como pájaros carpinteros.
No sentía
dolor alguno, ni falta , ni pena. No tenía miedo a atravesar ni la ciudad, ni
pueblos, ni fragas. Así que cogí el macuto y marche con ella a descubrir que se
escondía detrás de esta insólita figura. Andamos un quilómetro,
dos, tres... y empezamos a perder la cuenta. Una, dos lunas... y empezamos a
perder la cuenta, hasta toparnos con la ria donde el nivel del agua bajo para
mostrarnos, en forma de piedras, un camino improvisado. Un pueblo al final del
trayecto. Exhausta por la travesía pensé en hacer noche allí. Al llegar, todo
estaba vacío, busque algún furanxo, algún hostal, o alguien que me indicara,
pero no logré encontrar a nadie. Aturdida por la ausencia y el silencio la dejé
atrás casi sin darme cuenta. Estaba sola.
¿Quién eres?
¿que todo lo que te rodea aflora por momentos? ¿Porque ahora ya no me muestras
el camino?
No soy más
que lo que tú quieres ver, eso que piensas que no existe pero te gustaría , eso
que añoras de pasados mejores. Que no te agite el miedo ni la desesperación,
pues tienes mucho que ganar y nada que perder.
Adiós y
buena suerte.
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